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domingo, 31 de marzo de 2013

La concepción actual del hombre la veo equivalente a la que tuvo la física antes de Copérnico.

Por Camilo Barrocal Díaz-Flores

La mente procesa y retiene las cosas físicas que se le presentan ante si por los sentidos. Procesa y almacena en la memoria, tal como los actuales ordenadores electrónicos, para luego en su caso, a través de algoritmos de interacción, volver a procesarlos para detectar si han cambiado, observar nuevas diferencias y otros nuevos procesos o descifrar nuevos registros o archivos. Los ordenadores para esto tienen el hardware, softwares, sistema operativo, etc. con el resto de componentes. De esta forma, las personas se hacen una idea de cada uno de los elementos físicos que aparece ante ellos, de las cosas observadas y que el individuo decide separar de todo el conjunto de "cosas", las unas de las otras. De esta manera logra descifrar la función, apariencia, etc. de cada una de esas "cosas". 

Las ideas surgen de los procesos que efectúa la mente con las "cosas" previamente procesadas que, como se ha visto, se logra, al observar los objetos que se presentan ante los sentidos en la interacción físico-temporales que nos suceden a los individuos a lo largo de nuestra vida. Todo esto interacciona, no solamente, en nuestra mente, sino con las observaciones y las ideas que realizamos nosotros mismos, que se intercambian e interaccionan con estos, y/o similares procesos, ocurridos a otros individuos o a otros elementos que igualmente producen ideas u observan cosas de forma semejante y comprensible para nosotros. Además en este sistema complejo de interacciones, se vuelve, otra vez, a interaccionar con el proceso inicial, observando otras cosas que otra vez en nuestro recurrir por la vida en tiempo y espacio, se nos vuelven a aparecer y volvemos de nuevo a captar, todo ello, en un proceso continuo y exponencial muy complejo de interacciones.

El concepto actual de la mente parte de una antigua entelequia que establece que el Hombre, como anteriormente lo fue la Tierra, es el centro del Universo. El Hombre no es visto en su conjunto, sino como Individuo. Este es el actual paradigma de moda y que se sustenta en las estructuras de poder político y científico en ejercicio, con el concepto de una mente egocéntrica. 

El Hombre en su paradigma actual parte de la entelequia de que ha averiguado como fue la Creación y allí se encuentra también a si mismo como parte fundamental y casi la finalidad y objeto de la Creación, sin pensar en un momento no solo que nuestra mente, casi, lo único que hace es procesar información, o que dentro del conjunto de cosas que rodean nuestra existencia, somos seres bastante insignificantes.

El Hombre, su Religión, el Poder, y todos los medios y las cohortes de servidores tienen también a veces controlado el mundo científico que, de alguna forma es el único medio que se dispone para alcanzar la verdad, y conseguir que con ésta ganada influencia que ha logrado la ciencia, se permita confundir y contaminar con unas  ideas contrarias, nada menos que al principio más elemental de la ciencia, como es la observación.

Siempre que se me presenta esta situación me acuerdo de un famoso caso que llevo al descrédito a toda una comunidad científica por cuestiones "emocionales" y "patrióticas" más que racionales o científicas  por la que se creyó que unos restos encontrados en Piltdown (Inglaterra) en 1912 eran de un humano anterior a todos los encontrados anteriormente, y por lo tanto una especie de Adán ingles, el eslabón perdido que buscaba la ciencia, pero que en  realidad fue un fraude y una manipulacion de unos huesos extraños de un humano con los de simios, y donde todas las autoridades científicas de Inglaterra y de otros lugares, dejaron ver que eran ciertas, hasta que más de 40 años después un investigador demostró contundentemente el fraude, dejando en ridículo no a la ciencia, sino a los científicos.

La visión psicologísta ve las cosas que se crean en la mente y las cosas que están fuera de la mente como que no hay que ir a ellas directamente, sino observarlas desde su perspectiva y no desde las perspectivas de los profesionales y especialistas en la interacción, sino ver esas interacciones como reflejos proyectados en la pared de una caverna de la mente de lo que se produce en el exterior. No es que nieguen la existencia de la interacción, sino que todo lo que es interacción, lo observan desde sus perspectivas, prejuicios y paradigmas y, por tanto, como sombras de la vida real proyectadas en la idealidad de las imágenes reflejadas del exterior en la pared de una cueva.

La perspectiva psicologísta omite la importancia y necesidad de instrumentalizar en la observación la interacción de los individuos, no solo consigo mismos, sino con los objetos que le rodean, las personas, las ideas,  o con las cosas en si mismas, o con las ideas de las cosas de otros semejantes, o con las normas y valores de la cultura cercana, o con las intoxicaciones de las culturas foráneas, o con los sistemas de roles y estatus relacionados con las culturas, o con los guiones culturales para la interacción, o con los cambios de guiones por motivos de las relaciones formales o informales, o con los sistemas de liderazgo y de influencia, o con los sistemas de poder cercanos e informales, como con los sistemas de poder formales que parten del régimen político, el sistema jurídico, económico, religioso etc. etc.

Esta concepción del hombre la veo equivalente a la que tuvo la física antes de Copernico donde la tierra y los planetas eran "planos" porque era como los veíamos a simple vista y que ademas el sol, la luna, las estrellas y los planetas errantes giraban alrededor de la tierra. Esta idea para todo el mundo antiguo evidente y clara era simple y falsa pero se creyó rotundamente en ella desde el origen de los tiempos hasta hace solo unos 500 años, y aun así, perseguida hasta años más tarde por la Iglesia Católica, instruyéndole a Galileo el famoso proceso, por la publicación de sus observaciones que corroboraban las de Copernico y que serían complementadas por las investigaciones de Kepler, que demostraban matemáticamente los errores de la teoría geocéntrica y que, posteriormente, llevaría a la teoría de la gravedad de Newton como remate final del error.