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jueves, 19 de enero de 2012

LAS IDEAS LENINISTAS DEL PARTIDO EN LA POLÍTICA ACTUAL.

Parten de que la gente no sabe lo que quiere, ni sabe lo que le interesa, ni sabe a donde quieren ir. El pueblo tiene que ser dirigido por los que saben el camino histórico, es decir, por los que saben a donde va a ir el mundo. Solamente por los que saben cómo va a ser la historia presente e inmediata, anterior y posterior, futura y final, del mundo físico y de la humanidad. Los que saben la forma científica de saber todos y cada uno de los elementos de la realidad objetiva y de la subjetiva.

Solamente hay una forma de saber como es el mundo y esa forma es única porque es lo científico, y es lo científico, no porque lo digan los científicos, ni una mayoría de científicos, ni un grupo de científicos muy buenos, ni siquiera un grupo de científicos considerados malos pero que después resulta que sabían mucho, tampoco de un único científico ni de un sabio descubridor, que aún en contra de todos los demás demostró, como requiere la ciencia, que eso es así y que será además así hasta que se demuestre lo contrario. Estos científicos son los políticos que se autodenominan de la vanguardia (del partido obrero, o del partido popular) y que aspiran al paraíso (socialista o del bienestar social).

La historia de este pensamiento, se originó con un licenciado en filosofía que se llamó Carlos Marx que pretendió luego ser economista. Carlos Marx no demostró científicamente tal como establecen los paradigmas científicos nada. Carlos Marx opinó y además opinó varias cosas distintas, algunas contradictorias y en un inmenso lío a lo largo de su vida, llegó a decir cosas antagónicas. El antagonismo más garrafal de Marx para mi opinión es la teoría de “la conciencia”. La teoría de “la conciencia” en contra de lo que él mismo se proponía, ha resultado más trascendental que incluso su teoría económica que solo se ha aplicado profusamente en el corazón y las pasiones desatadas de los comunistas. La teoría de “la conciencia” considero que es la piedra angular en su teoría intelectual aunque no se lo propuso. Efectivamente, al principio de su circuito intelectual y de su maduración personal, “la conciencia” no dependía de los individuos, sino que era “la realidad social” lo que determinaba la conciencia y el camino histórico. El tema de “la conciencia” despunta al principio de sus escritos (La Ideología Alemana), continúa de forma más o menos constante de forma implícita o explicita hasta casi sus últimas obras. Después de la experiencia de la comuna de Paris entendía que eran al menos los obreros, los obreros industriales, los mejores obreros industriales, los más conscientes obreros industriales, los que tenían las circunstancias sociales apropiadas y eran los que serían los que deberían dar el paso definitivo al comunismo. Aun cuando de “la conciencia” como él decía no dependía “la existencia social”, ni la realidad, ni tampoco al parecer el análisis de la realidad. Para Marx todo dependía de “la existencia social”. Pero aunque no lo dijo, al final de su proceso vital, de maduración personal, casual, circunstancial, al parecer era “la conciencia” lo determinante y no la “existencia social”.

Carlos Marx, no desmintió que “la existencia social” era la que determinaba, desde el punto de vista del materialismo histórico, la transformación de la sociedad. Sin embargo da la impresión de que pasa como de puntillas por los conceptos más importantes de su teoría. A veces parece que hay otro concepto encriptado en su teoría que al parecer la sociedad no depende ni de “la conciencia” ni de “la existencia social”, depende de una especie de híbrido, que es de “los que estén en el lugar preciso y el momento adecuado” (los oportunistas).
Parece ser que eso se puede saber y quien lo debería saber es el obrero, que es de todas las clases sociales, la que vive la verdadera realidad histórica, la realidad objetiva, las demás realidades son falsas y/o equivocadas en la historia. Con el paso del tiempo y sobre todo cuando apareció el concepto de “paraíso socialista” se estableció que no solo las otras opiniones que no sean del obrero están equivocadas, sino que tienen que ser realidades perseguidas implacablemente, escarmentadas de forma ejemplar y destruidas definitivamente hasta sus cimientos de la faz de la tierra para siempre.

Federico Engels, amigo personal de Carlos Marx y al parecer camarada intelectual, entendió que todo el pensamiento sobre “la conciencia” de Marx desembocaba ineludible e inequívocamente en el concepto de “vanguardia del proletariado”. Para conseguir este artilugio intelectual Engels tuvo que inventarse el concepto de materialismo dialéctico, frente al concepto de materialismo histórico que era el único que empleaba Marx. Esto es, a mi entender, el arreglo, la explicación o la salida intelectual de los conceptos de “conciencia vs. “existencia social”. Y pudo ser así, pero a pesar de ser un concepto cuanto menos contradictorio si no claramente antagónico, la “conciencia de clase” y “la vanguardia del proletariado” pudo ser la conclusión final y no expresada de su maduración intelectual circunstancial y personal. En Marx la “vanguardia del proletariado”, no parecía la idea mas trascendental de su teoría, la idea más importante parecía que era su teoría económica y su visión apocalíptica del capitalismo. Entiendo que la idea de Marx no se aplico ni siquiera en URSS, pues la llamada Nueva Política Económica aplico el capitalismo y posteriormente el tipo de economía aplicado fue de capitalismo de estado. En términos intelectuales entiendo que solo llegó hasta los años 30 del siglo XX, pues en este momento surge la teoría de la transformación progresiva del capitalismo en un “estado de bienestar” con un protagonismo importante del Estado, idea del economista británico Jonh Maynard Keynes, que sigue siendo hoy en día, incluso con las criticas y modificaciones, el economista más trascendente y que más aplicabilidad ha tenido su teoría. La teoría de Keynes es la teoría económica hoy en día más aplicada, más que la teoría económica marxista que nunca se aplicó más que en el corazón y las pasiones desatadas de los marxistas. La de Keynes es en parte la teoría económica aplicada en los llamados países socialistas. En esos países la aplicación fue de tipo práctico pero cobró una forma más radical y antidemocrática desde el punto de vista del ciudadano de a pie que en los países occidentales. La teoría keynesiana es en realidad la praxis de la política socioeconómica soviética.

Efectivamente la teoría leninista de “el partido” es lo que va haciendo que toda la política económica se vaya fundiendo con los principios políticos de colectivización y las planificaciones económicas de ingeniería socioeconómica, para generar políticas de bienestar social para igualar a los ciudadanos con servicios educativos, sociales, sanitarios, de infraestructuras (vivienda, comunicaciones, transportes, obras públicas, etc.). Todo ello al principio está muy bien pero hay que fomentar el estimulo y controlar a raja tabla la corrupción del sistema de los que mandan y de los que no, los que trabajan y los que no y los que rapiñan por arriba y por debajo.

Al principio superados los problemas y al estabilizarse políticamente el sistema (con masacres destierros etc.) consiguió funcionar muy bien la URSS y llegó convertirse con el tiempo en una superpotencia mundial. Su ejemplo en los aspectos económicos y políticos más positivos (en sentido pragmático) fue trascendiendo cada vez más a nivel mundial y llegó a impregnar a los intelectuales en las teorías políticas, económicas y sociales de “socialismo” soviético.

El paradigma soviético y sus éxitos económicos, fue trascendiendo a los intelectuales, a alguna prensa y a muchos lideres sindicales y políticos de los trabajadores. Entre ellos los que fueron más prontamente comprendidos fueron los que unieron el socialismo al nacionalismo radical que también la URSS lo nutría en su defensa a ultranza de la patria socialista.

Es entonces cuando surgen los partidos fascistas y nacional-socialistas y cuando empiezan a producirse fracciones pro soviéticas en los partidos social-demócratas y nacen los partidos comunistas.

Todavía no se había descubierto completamente, ni generalizado, el paradigma soviético de promesa del paraíso socialista o de otro tipo, que permitía justificar todas las actuaciones políticas, ni la perversión de la democracia de los ciudadanos por la democracia de los órganos y de los escalones de representación piramidal.

Tardó un poco más pero el paradigma de la perversión de la democracia de los ciudadanos por la democracia de los órganos y de los escalones de representación piramidal va extendiéndose como la pólvora y en la actualidad hay hasta intentos serios de minar el liberalismo de derechas y del llamado imperialismo yanqui. Este país cuenta a priori con la democracia más formal, liberal y burguesa del mundo con una separación de poderes aun no confundidos del todo.

Europa y el resto de países alternan este paradigma con el paradigma casualmente también soviético que llevó a la URSS a la descomposición y a la ruina con la corrupción generalizada. Esta globalización en estructuras mas corruptas o un poco menos corruptas, va pareciéndose cada vez más a la socialista y va desnaturalizando a marchas forzadas la democracia de los ciudadanos e incluso la propia democracia burguesa y caminando hacia una nueva democracia de tipo orgánica y burocrática.

Aunque no lo reconocieran ni los soviéticos ni Keynes, entiendo que la praxis socialista fue la salida frente al “crac de 1929” y la gran depresión de los años 30, ese sería el principal paradigma que utilizó para elaborar su teoría del Estado de Bienestar.

Lénin llamado por casi todo el mundo seguidor de Carlos Marx, centra paradójicamente su teoría más que en los conceptos económicos, en el concepto de “vanguardia del proletariado”, entiendo que siguiendo la praxis de Marx. Lénin casi no habla de otra cosa, unas veces para explicar explícitamente la idea de la “vanguardia obrera” y otras para ser la base justificativa implícita de cualquier otra cosa que dice. Para Lénin ya es evidente que el obrero no solo no sabe lo que quiere sino que tampoco sabe lo que le interesa, por supuesto y a pesar de su “existencia social” tampoco sabe hacia donde va la historia, y mucho menos tiene “la conciencia” de su papel en ella.

Pero Lénin llega todavía más allá. Por supuesto la “vanguardia del proletariado” no es otra cosa que “el partido”, pero no cualquier partido, sino el partido “bolchevique”. Pero es que tampoco “el partido” es exactamente “la vanguardia del proletariado”, pues las decisiones se toman en el “comité central del partido”, pero hay decisiones que no se puede reunir el “comité central del partido” y la decisión la toma estatutariamente “el politburó” o comité ejecutivo del Comité Central, pero es que a veces tampoco hay tiempo y las decisiones las tiene que tomar “el secretario general”, es decir el propio Lénin. Por supuesto “el secretario general” es el que elabora la lista y propone a los miembros del “comité central”; asimismo propone también su destitución si no los considera adecuados. El poder personalísimo, la estructura burocrática que la sostiene, la democracia de los órganos y de los escalones de representación piramidal, se va consolidándo cada vez más conforme va pasando el tiempo.

La idea de “el partido” es la idea más trascendental de Lénin. Esta idea no solo ha trascendido a todos los partidos de tipo comunista-bolchevique, sino en general a todos los partidos comunistas. También ha transcendido a partidos de corte autoritario, sobretodo a los partidos fascistas, nacional socialistas, nacional sindicalistas, etc. También ha trascendido a los partidos socialistas, social-demócratas, laboristas etc. Y lo que es más importante también ha trascendido a lo que se ha denominado la derecha. Efectivamente los partidos de la derecha conservadora pero también los de tipo liberal (dependiendo de la fuerza de los ciudadanos frente a los partidos, los grupos de presión, lobbies y sociedades secretas) están sufriendo una transformación en la estructura organizativa y en la forma de ser nominados los militantes, las planchas de candidatos, los cargos políticos, los puestos en el partido, la organización burocrática, etc., de tipo puramente “leninista”.

Otra idea trascendental de Lénin es su idea del “paraíso” (tradicionalmente descrito como: “jardín extenso y bien arreglado, bello y agradable donde además de árboles y flores se ven animales enjaulados y en libertad, lugar idílico de encuentro de los amantes”) en el caso de Lénin se llamará el “paraíso socialista”, que indirectamente lleva aparejado toda una serie de estrategias de enorme trascendencia paradigmática.

Para conseguir el “paraíso socialista” todo está justificado, desde unas cuantas ejecuciones, a múltiples ejecuciones o generalizadas ejecuciones. Por supuesto está justificada la mentira, la tergiversación o desnaturalización de la realidad o la manipulación de la información. Por supuesto el “paraíso socialista” es lo mejor y todo lo que impida llegar o acercarse a eso puede ser considerado el mayor crimen. Los que luchan o aparentan que se oponen al “paraíso socialista”, serán sujetos del mayor de los delitos existentes en el universo y por supuesto toda acción contra ellos hasta las más radicales son justificables.

Otra estrategia Leninista es el victimísmo permanente y ésta es una idea asociada tanto a la idea de “paraíso socialista”, como a la idea de “vanguardia obrera” porque según ellos y parece ser que es el pensamiento de las masas, son los que sufren y las victimas más desgraciadas de todas las desgracias mundiales.

Una estrategia muy importante para conseguir el “paraíso socialista” es que todo está justificado, no ya la hipocresía, sino también el cinismo, la culpabilización, la invención, la búsqueda de cabezas de turco, chivos expiatorios, etc. Pero todas estas tácticas se producen sobretodo cuando los culpables son ellos mismos o cuando los que ellos llaman culpables no se encuentran. La culpabilización y el linchamiento es siempre mediático (medios de comunicación), pero también puede y suele ser físico (destituciones, encarcelamientos, ejecuciones, etc.) o de ambas formas a la vez, de manera implacable. Es un estado policial donde la política lo justifica todo y está omnipresente en todos los actos de la vida de las personas.

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