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domingo, 12 de febrero de 2012

Las normas emocionales o arquetípicas pretenden un fin ideal.

Los que creen que Dios es el creador, tienen que reconocer que lo es del bien y del mal porque se trata de un Ser absoluto. Por tanto si el diablo sigue ahí es porque Dios quiere.

A veces estos “idealistas” no tienen tales ideales y se aprovechan de eso para ocultar sus verdaderos intereses políticos de poder, pero que utilizan el ideal de las gentes para conseguir sus fines.

Ninguna norma jurídica, ni nada, puede ser absolutamente buena ni mala. Efectivamente lo que es bueno para unos no es bueno para otros. La simplificación es un arma de doble filo, por un lado lo entiende bien la gente simple pero a los que no son simples esa pedagogía les confunde. En el sistema educativo que hemos sufrido hay muchos ejemplos de alumnos simples que aprenden simplicidades y alumnos mezclados con ellos que no son tan simples que no aprenden ni esas simplicidades ni nada.

Esos falsos idealistas que ocultan sus verdaderos intereses políticos de poder, utilizan un diablo absolutamente malo que convenientemente maquillado presentan al pueblo.

La que llamo “generación del yogurt” que han recibido una formación simplista en el colegio, que se les ha acostumbrado a pensar que solo tienen derechos pero no deberes, que se les ha dado todo facil por sus padres y profesores, piensan que todo y todos los que le lleven la contraria son absolutamente malos.

El concepto que ha encontrado esta generación de algo que sea malo o malísimo no es el diablo, es una nueva entelequia reduccionista y simplista qu se llama “fascista”. Para ellos todo el que le incomoda de alguna manera, le pide un esfuerzo, le lleva la contraria, etc., es un "fascista".

En la crisis de autoridad actual donde no hay concepto de autoridad, un ser absolutamente malo para ellos es un “fascista”, seguramente sin saber claramente ni lo que significa eso históricamente.

El ideal puro solo existe en los individuos inexpertos, los que son como niños “inocentes”, los que creen en el paraíso ideal, los que viven en un mundo desprendido de “lo malo”.

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